Buen tiempo

Los que me leéis habitualmente sabréis que cuando se me cruza una palabra y comienzo a pensar sobre ella tiendo a buscarla en el diccionario y darle vueltas a su significado. Pues bien, últimamente traigo una lucha constante con el tiempo. Así que ahí voy, a darle vueltas.

«Los humanos están llenos de frases sobre el tiempo: más vale tarde que nunca, antes de que sea demasiado tarde. El tiempo es vital para ellos, porque creen que su existencia es limitada. Tanto los obsesiona el tiempo que llevan relojes, para no olvidarlo. Como si el pasado y el futuro no fueran una ilusión. Lo único real es el ahora, todo lo demás no existe, es nunca.»

–Aliados

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Crónica de un querer

Entre los muchos significados que el diccionario de la Real Academia Española recoge del verbo querer, el que se nos viene a la cabeza en primera instancia es el de «amar, tener cariño, voluntad o inclinación a alguien o algo». Googleando el mismo verbo, nos lo definen como «sentir afecto, cariño o amor por alguien o algo».

A veces las palabras son meros títulos que tratan de ayudarnos a comprender ese sentimiento que nos late en el pecho. Ponerle nombre a una emoción no debería ser tan fácil, porque hay muchas formas de querer. Es más, me atrevo a decir que hay formas de querer que se alejan mucho del propio verbo; algunas lo superan, y otras lo dañan. Sigue leyendo

El truco

Se me acaba de encender la bombilla. Así, sin más. Y he descubierto cuál es el truco. El truco está en creérselo. ¿El qué? Pues todo. Hay que creérselo todo. Bueno, todo no. Hay que creerse lo que uno quiere conseguir.

La Real Academia de la Lengua Española (con la cual discrepo en numerosas ocasiones y me enerva en otras tantas, aunque ese es un tema que no nos concierne en este instante) define sueño como: “Cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse.”

Pues bien, es hora de cambiar esa definición. Ya está bien de que hasta el diccionario nos diga que no podemos cumplir nuestros sueños, ¡hombre ya! Vale que hay sueños y sueños. Lo de querer teletransportarnos es algo que, muy a mi pesar, es poco factible. Pero yo mantengo mi fe, y que nadie me la quite. Sin embargo hay sueños muy realizables, aunque en ocasiones parezcan locuras, o aunque estén lejos de nuestro alcance, ¿quién dice que no tenemos probabilidad de cumplirlo? ¿¡Quién osa!?

Todos tenemos sueños. Más grandes, más pequeños, más difíciles, muy simples, cercanos, lejanos… Un sueño es un deseo que surge de una necesidad, de un sentimiento, una aspiración en nuestra vida. Un sueño es, en muchas ocasiones, una motivación.

Los sueños han estado presentes a lo largo de nuestras vidas, incluso cuando no sabíamos muy bien lo que eran. Cuando un adulto le pregunta a un niño qué quiere ser de mayor, le está preguntando por sus sueños futuros. Cuando soplamos las velas de nuestro cumpleaños, desde muy pequeños, aprendemos lo que es pensar en un sueño y desear que se cumpla al apagar la pequeña llama.

Hace unos días una niña que acababa de cumplir cuatro años me contaba ilusionada que había empezado sus clases de ballet. Lo contaba con una enorme sonrisa en el rostro, y elevando los brazos mientras daba pequeños saltos. Decía que así, de mayor, podría subirse a un escenario.  Ese es su sueño. Tal vez ni ella misma sea consciente, y más que probablemente no recuerde este momento dentro de una década; pero tal vez en unos años se subirá a un escenario siendo una niña feliz, cumpliendo el sueño de esa pequeña niña.

Para que luego venga el diccionario a decir que no tiene probabilidad de realizarse.

Los sueños también cambian. Eso es tan evidente como que las personas cambian, y dado que los sueños nacen de las personas… pues blanco y en botella. No podemos pretender que nuestros sueños sean los mismos hoy que diez años atrás, porque nosotros no somos los mismos que hace una década.

Yo propongo que tú, que me estás leyendo ahora mismo, pongas a trabajar tu mente y recuerdes qué sueños tenías, cuáles has cumplido, cuáles no, y porqué.

Hace 1826 días estaba a un paso de cumplir un sueño que vivió en mí durante más de una década. Y no, tranquilos, no soy tan friki que cuento los días, es que me lo ha dicho el Twitter, que lo sabe todo.

Yo cumplí ese sueño que venía a mi mente cada vez que soplaba las velas de mis cumpleaños. Igual estoy exagerando y no lo pedía en todos mis cumpleaños, pero digamos que sí lo había deseado mucho, muchísimo. Y he de decir que no era de esos sueños “al alcance de la mano”. El caso es que me lo creí, me imaginé a mí misma cumpliéndolo, lo busqué, lo luché, y lo cumplí.

¿Y todo esto a qué viene? Pues bien, como decía al inicio, creo que he dado con el truco: el truco es creer.

Si tienes un sueño, por muy lejos que pueda estar, por muy imposible que parezca: cree en él. Porque, ¿si tú no crees en tus sueños, quién pretendes que lo haga? El primero en confiar en tus sueños tienes que ser tú. No permitas que nadie te haga desconfiar, que nadie te diga que es imposible, que no vale la pena, que pierdes el tiempo. Un sueño forma parte de ti mismo, si dudas de él, dudas de ti. Si alguien infravalora tu sueño, te infravalora a ti. Somos lo que soñamos. Luchar por nuestros sueños es sinónimo de luchar por uno mismo, por nuestra felicidad. Al fin y al cabo lo que soñamos nos hace felices de uno u otro modo.

Alcanza sus sueños aquel que cree en ellos, los lucha y se considera merecedor de cumplirlos.

Me recuerda esto a la teoría de que uno no es guapo, se cree guapo. Siempre lo he pensado. Una persona puede ser fea, que si tiene actitud de persona guapa, va a ser guapa ante los ojos de los demás. Pensad, que seguro que todos conocéis alguien al que le queda bien esta regla. Luego están los que son guapos y no se lo creen, que también los hay, pero ese es otro tema.

Pues lo mismo con los sueños. Si esa niña de la que hablaba antes confía en sí misma para ser bailarina, y ensaya, se esfuerza, cree que puede serlo y se lo merece, va a ser bailarina.

Por todo esto, propongo una nueva definición de sueño:

“Posible realidad de fundamento intangible. En especial, proyecto, deseo, esperanza factible de realizarse en un futuro partiendo de perseverancia, esfuerzo y fe.”

Algo así estaría bien, se me ocurre. Acepto sugerencias para la definición.

¿Y tú, qué crees?

Espero tu opinión.

 

Lu.

* * *

Por cierto, haciendo referencia al sueño de teletransportarnos, todavía no literalmente pero estamos cerca. Y si no, mirad esto: